Es fácil hacer una apuesta cuando el riesgo es bajo, como por ejemplo, comprar la cena o lavar los platos. ¿Pero qué tal cuando el riesgo es alto? ¿Qué tal si el costo de perder la apuesta significa que cambiaría su vida por completo? Cuando se trata de la Gran Comisión, el riesgo es muy alto. Para ser más específico, es de vida o muerte. ¿Ha conocido a algún cristiano que parece ser un poco radical? Posiblemente no podía parar de hablar de Jesús… ¿quizás era hasta un poco vergonzoso? Pablo era tan radical que aun cuando fue puesto en la cárcel por hablar de Jesús, a él sólo le importaba predicar el evangelio. El dijo “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.” (Filipenses 1:12-14). ¿Por qué estaba Pablo dispuesto a arriesgar su vida para que el mensaje de Cristo fuese predicado?
“Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (Hechos 4:20)
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23)
¿Qué Está en Juego?
Lo que está en juego es la vida y la muerte. El único camino para que alguien sea salvo del pecado y reciba la vida eterna es por la fe en Jesús. No hay otro camino. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Entonces, si no escuchan acerca de Jesús, pasarán la eternidad en el infierno. Jesús nos confió el trabajo a nosotros, sus seguidores. Es por eso que a Pablo no le importó que lo pusieran en la cárcel, que le pegaran, que se burlaran de él, que lo excluyeran y eventualmente que lo mataran por el evangelio. El sabía que todo lo que le pasó valdría la pena con tal que las personas fueran salvas de sus pecados. ¿Alguna vez ha participado en una carrera? Tiene que entrenar su cuerpo con largas y duras horas de ejercicio y evitar algunos tipos de alimentos y actividades para estar en forma. Pero la meta de haber ganado la carrera hace que el esfuerzo valga la pena. Si usted puede entender la diferencia eterna que usted hace en las vidas de las persona cuando predica el evangelio, le llevaría a sacrificar grandes cosas. Pídale a Dios ahora mismo que le ayude a entender lo que está en juego eternamente y cómo puede hacer la diferencia.
“La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18:21)
¿Cómo el ejemplo de Pablo y el conocer lo que está en riesgo, le alientan a compartir las Buenas Nuevas con los demás?